“Si hubiera tardado un año más para conseguir dinero no sé si hubiera hecho 'Tarde para la ira'”
El actor y director Raúl Arévalo comparte con alumnos y alumnas de entre 16 y 18 años sus inquietudes y curiosidades sobre su laureado primer largometraje
Este mediodía han sido los alumnos del colegio de La Asunción y del IES Cánovas del Castillo los que han llenado la sala 1 del Cine Albéniz para ver Tarde para la ira, el largometraje triunfador de los últimos Premios Goya. No ha sido, sin embargo, una proyección al uso, ya que a su término han podido compartir pensamientos, ideas u ocurrencias con el propio director de la cinta, Raúl Arévalo. El encuentro ha estado enmarcado dentro del Cinefórum, que lleva celebrándose ocho años como parte de la programación educativa del Festival de Málaga. Cine en Español. El Olivo, La propera pell, No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas y Proyecto Lázaro han sido otras de las propuestas cinematográficas de esta sección del Festival durante esta edición.
Aunque la primera ronda de preguntas ha contenido únicamente cuestiones ya preparadas en clase, ya entonces el director ha ofrecido claves del significado del cine en su vida. Preguntado sobre todo por sus inicios en el mundo del celuloide, Arévalo ha contado que quiso ser director antes que actor, ya que “lo de dirigir ha sido un sueño de toda la vida” y ya “de pequeño hacía cortos en casa”. No fue hasta la adolescencia, con 16 años, cuando le “empezó a apetecer lo de ser actor” y decidió estudiar en una escuela de interpretación. Ha admitido el director que para ejercer ambas facetas “hace falta mucho trabajo”, ya que ambas “cuestan mucho”, aunque su deseo sería “poder compaginarlas”.
Durante estos primeros minutos Arévalo también ha ofrecido la que él cree que es la clave para hacer buenas películas: más allá de los efectos especiales prevalece “el argumento”, que es lo “fundamental”, aunque el cine español lo tiene más complicado para destacar, ya que “no es que los americanos hagan mejores películas, es que las hacen con más dinero por lo general”. El director ha querido incidir en este tema ante un público que está más acostumbrado a ver grandes producciones estadounidenses y ha añadido que “fuera valoran mucho el cine español, y en España no se tiene esa visión”.
El génesis de la idea de Tarde para la ira ha sido el comienzo de una ristra de preguntas mucho más concretas sobre el rodaje, los personajes, algunas escenas de la película y otras curiosidades. Raúl Arévalo ha contado que el hilo argumental de su primer largometraje se le ocurrió porque su padre “tenía un bar parecido al de la película”, y hace unos años vio allí una noticia en el telediario sobre un asesinato. “¡Si le pasa eso a mi familia cojo una escopeta y me lío a tiros!”, ha contado que empezó a escuchar entre los parroquianos del bar. “Yo pensaba en las películas de Tarantino, por ejemplo, donde la venganza es acción y ya está, ¿pero cómo debe ser en la vida real enfrentarse a algo tan violento para una persona normal?”. Ocho años tardó en poder hacerla hasta que reunió la financiación suficiente y ha confesado que “si hubiera tardado un año más para conseguir dinero no sé si la hubiera hecho”.
Las localizaciones del filme (Madrid y el pueblo segoviano de Martín Muñoz de las Posadas) o los trucos de rodaje han sido algunas de las mayores inquietudes de los asistentes al acto, intrigados por saber “si las peleas eran de verdad” o cómo rodaron “las escenas más pornográficas” (refiriéndose a las sexuales) o “la del destornillador”. El director ha contestado que “algunas hostias son reales”, ya que resultó ser una buena técnica “para que a veces el actor se quedara como asustado”.
Entre otras anécdotas, Arévalo ha contado cómo intentó conseguir algunas expresiones complicadas de Antonio de la Torre, protagonista de la película. “Le di una cuchara sopera con picante de Chile y le dije que lo único que tenía que hacer tras tomarla era mirar fijamente el destornillador hasta que yo le avisara”. Aunque pareció que el truco había dado resultado, una vez en el proceso de montaje Arévalo se percató de que De la Torre “se ponía tan rojo que parecía un truco hecho por ordenador”. También ha sido interesante conocer cómo consiguieron el tono final de voz de El Triana, interpretado por Manolo Solo: “estábamos leyendo el guion los dos juntos y él de broma se puso a hacer esa voz y yo me quede alucinado”.
Otra de las cuestiones que más han despertado la curiosidad de los chicos y chicas es el uso de la cámara y de la fotografía, ya que la película está rodada en Súper 16 mm y eso causa que “el grano de la película sea muy gordo”, ha explicado Arévalo. “En los años 70 y 80 se rodaba así, ahora estamos acostumbrados a verlo todo nítido y choca, pero es una apuesta de estilo que me apetecía probar”, ya que “quería que la película se viera sucia”, ha argumentado.
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