'Techo y comida' llega a la gran pantalla
El viernes 4 de diciembre se estrena al fin en cines de toda España Techo y comida, dirigida por Juan Miguel del Castillo y que concursó en la Sección Oficial del 18 Festival de Málaga. Cine Español, donde se llevó la Biznaga de plata a la mejor actriz (Natalia de Molina) y la Biznaga de plata Premio Gas Natural Fenosa del Público. Natalia de Molina está también nominada por este papel a mejor actriz en los Premios Forqué, en los que también compite como mejor película A cambio de nada, ganadora en Málaga en la pasada edición.
El drama de los desahucios centra la trama de esta película, producida por Diversa Audiovisuals y protagonizada por Natalia de Molina y Jaime López, a los que acompañan entre otros Mariana Cordero, Mercedes Hoyos, Natalia Roig y Manuel Tallafé.
"Mi intención ha sido dejar un reflejo de la que está cayendo. Una denuncia social que tiene como intención hacer reaccionar al pueblo y que da voz a las víctimas, a los que peor lo están pasando", explicó Juan Miguel del Castillo en su presentación en Málaga, antes de añadir que la película fue realizada "sin subvenciones y ningún tipo de ayuda". "En definitiva, es una historia universal contada desde el punto de vista de mi tierra, de Andalucía", subrayó el director jerezano.
La actriz Natalia de Molina destacó la dificultad de su papel. "Ha sido el papel más complicado que he hecho en mi corta carrera, pero me he dejado la piel ahí y he puesto mucho sacrificio porque quería darlo todo", contó durante la rueda de prensa que contó con el buen humor de Jaime López, de ocho años, coprotagonista de Techo y comida. “Ella lo ha hecho muy bien y a mí se me ha pegado y lo hice igual que ella", contó López.
La película se desarrolla en Jerez, en el año 2012, cuando se jugaba la Eurocopa. Se centra en la historia de Rocío, una joven madre soltera y sin trabajo que no recibe ningún tipo de ayuda ni subsidio por lo que no puede hacer frente a los pagos del alquiler del piso en el que vive. Entre la vergüenza y el temor a perder la tutela de su hijo Adrián, de 8 años, Rocío sufre en soledad una situación de precariedad que empeora cada día. La denuncia del propietario, acuciado también por las deudas, precipitará la amenaza de la orden de desahucio.
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